lunes, 13 de agosto de 2012

Fotografía


Dos iluminaciones y una única fotografía encadenana solo un par de vértices, el telar alborotado o mi espalda rozando el frío filo de la pared y el final esperándome del otro lado.
No, nunca podrían hacerle eso, no aquí pero..¿cerca? No, nunca podrían hacerlo cerca pero..¿lejos? Lejos podrían, lejos de aquí es dos veces lejos tuyo a razón de sumar distancias.
Creo que te has girado en dirección de otra luz, si no fueras exactamente única te llamaría asteroide traidor como personaje de historietas.

Apenas a algunos metros parecíamos estar de escribir más acerca del vacío estacionado en nuestra caja toráxica que de tu ausencia como si no fueras el mismo tópico, pero te reíste (sí, eras vos) dando vueltas con tu vestido blanco de verano y tus botas que alguna vez nos regalaste.

Extrañamos tu canto y tu baile mientras más o menos gente o acontecimientos nos separan en el tiempo, corremos tu sangre por nuestro cuerpo, calcinamos y revivimos las heridas en tus manos, acariciamos los pañuelos que ocultaban nuestros secretos; a verdad sensata aún las saladas lágrimas de desearte los días primeros son recuerdos cada domingo, cuando deseamos recordar la expectativa de martes, las confesiones de miércoles o los viernes de disparadores y tus fotos, tu rostro de tela en el campo.

Tal vez nadie olvida y nosotros estamos aquí sentados exigiendo la piedad del verdugo certero para que retornar sea instantáneo, como si nos correspondiera por ser la excepción de los que ya no pueden vivir.

¡Oh verdugo, mirame a los ojos! ¡Sé certero, sé silencioso para que ella siga bailando su música que es ambrosía de las almas con fortuna!

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