lunes, 31 de marzo de 2008

No resucites

Por humanidad, por simplicidad, no resucites.
Por discreción, por humildad, no resucites.
Para la historia, por mi conducta, no resucites.
Para las madres, por los poetas, morí y no resucites.

Algo se quiebra, ya pasó y no se nota. Por el olvido, no resucites.
Por los siglos de los siglos nada es divino. Por venganza, no resucites.
Del 'no' sordo hacia la duda. Por verdadero, no resucites.
La poesía es el que muere. Por el arte, morí y no resucites.

martes, 18 de marzo de 2008

Tu lugar


Déjame que te lleve

a eso que no conoces,

a eso que nadie hace aquí.


Con personas caricias,

donde no existe el odio,

donde no hay ni un rincón de oscuridad.


Donde la miel nos baña,

donde no hay distintos,

donde las flores sienten reir a los niños.


Puedes volar con tu mente

y aterrizar donde quieras,

sírvete llegar por cual camino prefieras.


Ve florecer tus jardines,

conquista tu alma entera,

déjate llevar por el milagro estela.


A este planeta oculto,

lleno de luz…ese brillo…

lograrás llegar en la balsa de un amigo.


Sólo ven a este lugar de paraíso terrenal, sólo ven aquí…mi casa es tu lugar…tu lugar.

martes, 11 de marzo de 2008

Al ver mis horas de fiebre (RIMA LXI)

Al ver mis horas de fiebre e insomnio lentas pasar, a la orilla de mi lecho, ¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano tienda próximo a expirar, buscando una mano amiga, ¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie de mis ojos el cristal, mis párpados aún abiertos, ¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene (si suena en mi funeral), una oración al oírla, ¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos oprima la tierra ya, sobre la olvidada fosa. ¿Quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin al otro día, cuando el sol vuelva a brillar, de que pasé por el mundo,¿quién se acordará?

Gustavo Adolfo Bécquer

lunes, 3 de marzo de 2008

Historia del que no podía olvidar

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.

Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela.
Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con el.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretín cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...


Colaboración involuntaria y valiosísima de Alejandro Dolina, desde su libro "Crónicas del Ángel gris".