lunes, 21 de enero de 2008

Jalea

Y es que cubrimos todo
de un púrpura y dulce lodo
pensando que un niño cuida
y cierra nuestras heridas

Tomamos un tren extraño
lloramos y despertamos
el viento dijo si hoy duermo
mañana saldrán las flores
y al correr por nuestro sabor
vi un planeta que no tiene odio
donde el sol no quiere quemar
donde el sol no se siente solo

Yo solo vi la jalea
en el iris de nuestras almas
el sol nos muestra su calma
despertando en la montaña

Vi solo la vestimenta
del mundo que me atormenta
del fuego que ellos fabrican
el bosque lo que nos queda
y absorber todo nuestro dolor
es lo que hace esa luna estrella
donde el sol no quiere quemar
donde el sol se parece a ella
la jalea


Gracias a Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, bajo el pseudonimo de Illia Kuryaki & the Valderramas

lunes, 14 de enero de 2008

Una sola cosa

El siguiente relato es obra de mi amigo brian, a quien agradezco mucho su colaboracion. A mi en lo personal me parece excelente, y les recomiendo con sinceridad que lo lean.



Una sola cosa


Despertó esa tarde muy sudado luego de un feo sueño. Con los ojos entreabiertos, escuchó intermitentemente una conversación poco afortunada, comenzó a pensar. Con una dosis mas elevada de la desidia de siempre, se dispuso a levantarse. Le costo aún mas vestirse a la vez que pensaba en ir al baño. A esa altura los pies le pesaban bastante. Mientras estaba parado haciendo lo suyo, miró hacia arriba y se sintió envuelto en esos pensamientos recurrentes, esos que tanto lo maltrataban, que le contaban la realidad de su vida sin pelos en la lengua. Pensamientos que el mismo gestaba con su enclaustrado accionar diario y cotidiano. Luego de abrocharse los pantalones se acercó al lavamanos y se miró al espejo. En ese momento aquellos pensamientos se multiplicaron de forma asombrosa, de manera que comenzó a percibir que algo lo acechaba. El sabía que en ese pequeño habitáculo de dos por dos había algo que estaba pronto a atacarlo. Una nueva mirada al espejo disparó el arsenal que aún guardaba. En ese instante se dio cuenta que no podía moverse. Los pensamientos habían cobrado vida y lo sujetaban con fuerza de sus extremidades, impidiéndole cualquier reacción. Desesperado y haciendo un uso desmedido de su fuerza logró liberar su brazo izquierdo, “el más débil” pensó. Con lo cual este quedó atrapado nuevamente.

La situación había pasado ya por la fase en la que uno suele sorprenderse, y el muchacho se estaba comenzando a resignar a quedarse allí, inmóvil frente al espejo. Unos minutos mas tarde escuchó que desde afuera le preguntan si se encontraba bien, pues ya había demorado demasiado tiempo en el baño. El, al intentar responder, advirtió que estaba completamente paralizado, incluso su lengua ya que no podía articular palabra. Aquellos malditos infames lo sometían fuertemente. El hecho le despertó un sentimiento de ira tan terrible que decidió a reanudar la lucha por librarse nuevamente, aunque se encontraba en clara desventaja.

En el momento mas duro de la contienda, una dulce y familiar voz invadió el campo de batalla. En ese instante el tiempo pareció detenerse y el muchacho solo pudo pensar exclusivamente en una sola cosa. Luego de un momento, advirtió que podía moverse y corrió velozmente atravesando la puerta para encontrarse con el agradable refugio de dos cariñosos brazos extendidos. Una vez allí, seguro y protegido, pensó: “hoy me salvé”… ya se sentía un poco mas cansado.

martes, 8 de enero de 2008

Del amor que nos aleja


Ayer salí del trabajo temprano, y fui al café de la esquina. El calor era insoportable y no me dejaba pensar, así que decidí tomar algo y quedarme un rato. La soledad siempre me da claridad.

Ví como el cielo comenzó a nublarse rápidamente a través de la ventana. Seguramente nadie sospecha. Las expresiones heladas, la voz firme, los ojos vacíos…nadie sospecha.

Cómo me gustaría que alguien, cualquiera, ¡el mozo!...sea mas incrédulo. Deseé entonces no estar solo, no pensar. Quise que alguien me dijera qué rumbo seguir, sin consultar mi opinión. Hubiera obedecido cualquier consejo.

Un caminante me miró a los ojos a través del vidrio. Me gustó pensar que me respondía en un silencioso idioma que yo ignoraba, pero mi optimismo con los milagros es ya nulo.

La lluvia afuera era incesante. La gete corría por las veredas y se refugiaba en cualquier recoveco conveniente, exhibiendo constantes muecas, como las exhibe quien siente el frío.

No se cuántas horas estuve en el café. El pensar en pensar en meditar y decidir me perdió muy muy lejos del lugar donde estaba mi cuerpo, inmóvil. Corrí en vano buscando destinos en los caminos del concepto y la reflexión, pero no encontré más que bifurcaciones infinitas.

Entonces sucedió. Un increíble aroma inundó el sector donde me encontraba y me devolvió dulce y dolorosamente a la realidad. Noté casi instantáneamente los trozos de hielo que caían sobre Buenos Aires, como una paliza de justicia sobre la raza. “Difícil para volver”, pensé, pero ese aroma suave de almendras me recordó demasiado. Decidí pagar y salir de ahí.

El sol, el calor, la educación, la historia, la gente…estaban esperandome afuera, intocables, y volviéronme a pasar por encima cuando di el primer paso sobre la vereda. Las calles resecas y calientes por el calor incesante de la temporada se hacían sentir, tentándome a entrar nuevamente al café. Pero el olor a almendras seguía fresco en mí…tenía que besarte.

“Mesura”, pensé un tiempo después, “Mesura, como en las viejas épocas”. Pero era tarde para eso, ya estaba en plena primavera.

martes, 1 de enero de 2008

Imágenes de doble filo

El siguiente texto fue generosamente donado por un amigo, al cual le agradezco mucho la colaboración.

El texto refleja sensaciones familiares para muchos. Encontrar quizás una foto vieja, encontrar la nostalgia, la pena de una historia sin terminar, de errores sin remediar…


Imágenes de doble filo

Tan cerca y tan lejos de aquel humilde lugar, cual rincón anhelo sin tener necesidad de llegar. Extraño padecer que consigue mi mente marear, brillo sutil similar al ambar, que remueve por dentro y genera malestar. Distancia desconocida virtualmente cercana, que cercena mis alas y me pone a pensar; ideas insensatas, singular sensación, paralelas líneas de tiempo; en fin en las que no somos mas que personajes de ficción.