sábado, 31 de marzo de 2012

Jamás

Jamás pensó Cid en volver a escribir, ¡y mucho menos sin borradores ni revisiones previas a la entrega! A decir verdad, hubo muchas cosas que Cid nunca creyó posibles; dejando atrás las sorpresas que pudieran darle la naturaleza o el mundo financiero su vista implacable retozaba sobre su amor, culpable de que escriba y deje de escribir, de sanar y asesinar en el mismo movimiento, de que yaciera bajo sus propios restos por la mañana.
Siempre fue un maldito vigilador indagando las maneras de complacer deseos que lo excedían ampliamente, y aún así, tan diminuto junto a su misión, se las arregló para hacer trastabillar al gigante encontrando las maneras a fuerza de vigilancia.

Una vez el gigante estelar decidió aplastar su cabeza, mucho antes de que Cid pudiera imitarlo apenas. Se suponía que todos vestirían de azul para siempre, pero la sangre manchaba las paredes por todos lados.

Él no dejaría de amar, nunca podría hacer eso porque simplemente no dependía de su conciencia; entonces se sentó a esperar con su lápiz y sus papeles tirados a los lados, sabiendo que tal vez pudiera escribir alguna otra baratija antes de cerrar los ojos.

Por fin no esperaba nada más, por fin comprendió el último rincón del universo. Dichoso y lastimoso Cid, que amará para siempre retorciéndose en su ciénaga.

viernes, 30 de marzo de 2012

Una vez por alguien me hablaste

"Alejé mi vaso, que la tabernera quería volver a llenarme, y me levanté. Ya no necesitaba más vino. La huella de oro había relampagueado, me había hecho recordar lo eterno, a Mozart y a las estrellas. Podía volver a respirar una hora, podía vivir, podría existir, no necesitaba sufrir tormentos, ni tener miedo, ni avergonzarme."


Bailando entre tus estrellas dibujantes y mi ridiculez, cada vez que parece importar.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Nunca

No se hallan casi de aquí hasta donde puedas viajar males tan oscuros como para destruirme.
Y vos acá, tan lejos pero acá, tan encima mío aunque no te vea. Tu presencia en mis saberes, en mi endorfina y en la esperanza de destinos hermosos. Allá donde te encontrás y acá donde estás realmente tenés, empuñás ese cuchillo que me lastima. ¿Y por qué, por qué no dudas ni un instante en revolver mis entrañas mientras me retuerzo en el suelo de este baño de orines?
Por lo menos matame, por lo que fuimos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Una Flor

Volviste, creciste y me llamaste repentinamente.
No naciste de nuevo, paseaste bajo la tierra todo este tiempo hasta retornar a mi vista.
Sos ahora una flor tan endeble y hermosa en el campo como un recuerdo; no acaricio ya tu cuerpo ni me rasgan tus espinas.
Entonces, solo seguí siendo hermosa; yo te observaré inclinado sobre el alambrado unos momentos y te rezaré luego: "gracias por volver".