Llevo en mi cajón y mi alma las monedas devaluadas, vuelto de viejas alegrías; vos mis pesares dormidos en la sensación de estas manos forjando tu cintura.
Como si doscientos pesos sirvieran para comprar minutos en cada esquina, como si alguna vez fueran a importar las esquinas que recorrimos con los bolsillos avaros.
Como si doscientos pesos sirvieran para comprar minutos en cada esquina, como si alguna vez fueran a importar las esquinas que recorrimos con los bolsillos avaros.
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