miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Me regalas un canto?


No recuerdo si ayer o hace dos noches soñé con vos. A menudo apareces en mis pensamientos pero entre horas de madrugada no es frecuente que visites mis mundos. ¿Recordás cuando eran mis mundos de solo pisarlos? Vos te enojabas porque decías que nunca escribí sobre haberte conocido y al final pediste regaladas mis tierras favoritas, los espacios más fértiles.
Rememorando nuestras primeras conversaciones me divierte el susurro de viejos malos entendidos, cuando regalar era regalar y no un préstamo o intercambio, cuando tal vez hablando muchas lenguas entendíamos un solo idioma de caminatas tardías y rodeos superfluos. Me tienta siempre también representarme alguna
compañía injustificada aunque caballerosa, un caramelo de más entre meriendas nocturnas o algún almuerzo a la hora del té, que era como cuidar un cuartel militar con una piedra y un pañuelo.

Siempre con las rosas que me regalaste revueltas a mi alrededor y el jazmín en tus cabellos que solo imagino, con tu mezcladora de tiempos que me dejaba siempre ver los mismos colores fuera noche u otoño, ¡por qué no puedo recordarte llorando! Siempre la sonrisa en tu jazmín, las descripciones que comienzan auspiciosas y terminan más en violencia que en transcripción, tus pequeños saltos al verte jugar llegando o partiendo o sacando ventaja en un juego apenas creado que concluye en el momento preciso cuando estás a punto de perder, justo a tiempo para que ganemos los dos.
Solo tus risas resultan acudiendo y ,contrario a mi esperanza , no resultan placenteras, y contrario a nuestra naturaleza nos queremos en silencio.

Nos debemos, quizá, el canto del olvido.


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