lunes, 3 de noviembre de 2008

La Diosa


Así imagino a La Diosa. Potente desde su delicadeza, movedora de montañas, maquillaje de paisajes. Recuerdo haberla visto... Diré: “creo haberla visto”, una vez, en mi niñez. Y no comprendía ni las esperanzas que llevaba a cuestas, de cuyo peso me fui librando con el correr de los desengaños. Y ella...estoy seguro que era ella, sospecho peligrosamente, sin cautela, que estaba enseñando algo.

Sin dudas la miré, al menos durante algunos instantes, desde mi lado del vidrio, pero acaso mi edad (apreciada excusa) me desvió hacia la preocupación de un goce insignificante. Sí, se con certeza que quise volver a verla unos minutos después, pero ya se había transformado, y aunque ahora entiendo la naturaleza mutante de todas las cosas, en ese momento sentí una ignorante decepción, ramificación de la sorpresa.

La verdad atenta contra toda característica romántica de nuestra relación: Nunca quise nuevamente entenderla. Dicen los testigos que es hermosa, pero son sólo mortales, y yo ahora soy como ellos.

Tuve mi día, Diosa, y algún juego de espontaneidades (o no) separome de tu iluminación. He aquí la gracia de la mortalidad: No me importa. El aire riega mis venas y sigo contemplando, con simpleza, con la vulgaridad del más brillante Homo...

Créate otro mundo, Diosa. Ya aprendiste algo esta vez.


domingo, 28 de septiembre de 2008

¡Dichosos los mentirosos!


Hoy también fue uno de esos que conozco sólo cuando suceden. Es la primera cada vez, porque el olvido llega con el tiempo, la conveniencia, y la autoestima…o algo así.
Extraño la incomodidad y el acoso del amor, que aparece frío al lado del camino, a pocos (¿pocos?) días de distancia. Extraño la risa, aunque ayer me hayan visto pronunciarla. Hablo de la verdadera risa, el inexpugnable obsequio original, el perdón de los crímenes, la sinceridad animal.
No se si alguna vez fui el perro que más movió el rabo, pero la sarna ahora sería un alivio para estas sobras de animal.

Se me llenan las arcas en este momento, cuando visítame la nostalgia, cuando vuelvo a comprender nuestra situación. La mía y la tuya, amor. Amor hermano, amor socio, amor divino, el tuyo, querida. Preferiría seguir distraído porque esta verdad no se cómo decirla. Es una verdad que no mata, que no desangra; come los órganos lentamente, y se hace sentir de vez en cuando sólo para propio regocijo.
Creo que la vida misma no es más que esta absoluta certeza, ¡dichosos los mentirosos!

No puedo evitar llorar por mí y por ella, y por mis hermanos, designios del horario. Pero ellos mienten, recuerdo, y entonces me alegro un poco.

Habiendo reflexionado, y recordado su condición de timadores dejo, algo más tranquilamente, que la verdad me haga desear la muerte.

Nos dirigimos hacia el fondo de este mar de lágrimas, poco a poco nos quedamos solos…y no tengo a nadie a quién decírselo.



jueves, 18 de septiembre de 2008

Introspección y recuerdos

 ¡Laura! No voy a poder dormir.


I

En estos años reflexioné mucho acerca de los sentimientos. A decir verdad tenía dos opciones – ¡dos opciones!… dos opciones eran las que yo tenía también en aquel entonces, y como siempre, el miedo. ¡Yo sí que te puedo hablar del miedo! Eterno sicario de mi destino. Me empujó a tomar la decisión errada. En cambio vos… vos apostaste todo y quedaste desolada. Será que es contagioso, a partir de entonces tuviste miedo a confiar en la gente. – No es miedo, como te dije, pienso que el fuego termina quemándote, es preferible… - ¡nada! ¿Y esto que acabamos de hacer? ¡Esperá! ¡Esperá, no te vayas! ¡Te vas a equivocar!

                           II

Esa fue mi última conversación. En realidad no fue tan así, pero ustedes saben como son los pensamientos, gustan de adornar recuerdos con creaciones propias. Corre el segundo frasco y la primer botella. Es el miedo, tan presente en esta habitación, que podría mirarlo a los ojos, pero como de costumbre no me atrevo. Era el escenario perfecto, música de fondo, película rodando, algo muy teatral. En este instante solo debo agradecerle a mi intrínseco deseo de trascendencia, y a la velocidad y astucia de un buen amigo.

                           III

Dos opciones. Por un lado un arroyo cristalino lleno de flores vegetación y una danza de colibríes multicolor; por el otro: la tundra. ¡Cómo no arrepentirse! Si hubiese sabido que en aquel arroyo la aventura era posible, si el eterno sicario de mi destino no me hubiese enceguecido en los momentos más cruciales.
No hace mucho una persona muy allegada me comentó su opinión respecto al objetivo final del ser humano. Tal vez, era una señal que no supe codificar, tal vez no le creí. ¡Que bien me hubiesen venido esas palabras en aquel momento!

                           IV

¡como cambia la gente! Hace algunos años tenías miedo de quemarte, y ahora… ahora... – Es un comienzo. Mejor dicho, un recomienzo. Creo que ambos aprendimos lo mismo, aunque hayamos leído distintos libros. – sinceramente no me alegro de tu fracaso, pero por primera vez no tengo miedo. – no te preocupes está todo bien. Parame el taxi por favor, mientras busco un papel. Toma mi número. ¡Quiero que me llames! ¿Oíste? ¡Llamame!.


 Exitosa colaboración de Brian Bruno 

martes, 2 de septiembre de 2008

Falsa Esperanza

Él: - ¿Por qué no contestás, como antes?

Ella: - El horizonte excede a las islas del sur, que sólo anticipan el fin del camino para los viajantes.

Él: - Extraño saberme interesante, me enamoré de nuestras coincidencias.

Ella: - Cuando el día canta, vestido de ruiseñor, el hijo del sol sale al balcón, y no desea retornar al monótono aposento.

Él: - ¿Quién iba a creer en la vida intensa? Somos un choque de estrellas.

Ella: - Soy yo la que no sabe, perdoname. Es lo justo para vos.

Él: - No, no seas así. Dejame la duda, y dejame sufrir con falsa esperanza. Permitime creer que algo queda.

Ella: - Ya no te quiero

Él: - Gracias.

Se levanta ella, mirándolo casi con asco, y se marcha. No mira atrás, va al encuentro de otro amor.

Vivamos con falsas esperanzas, descalifiquemos las más absolutas certezas. Que no nos escondan vacíos tras el disimulo.


miércoles, 30 de julio de 2008

Unodós


Afortunadamente la nieve muta, por casualidad. Alegría luego del Big Bang. El ardor es más fuerte y sobrevive, la creación comienza verdaderamente.
Verídico el sentimiento de la tibia llovizna, depositada ya sobre la tierra, decorando las llanuras y excitando las colinas.
El carácter casi periódico del porvenir inmediato recuerda al péndulo de un reloj, cuyos engranajes recorrerían distancias inimaginables entre el antes y el después, si se los dejara definir a los segundos libres, en vez de sujetos al péndulo y el resto de las partes. Un instante, sin embargo, ocupa esa distancia en tiempo de los divinos, apartados en su acto, recopilando, sintiendo.
El correr de los pequeños arroyos alumbra de vida la gesta del mundo. Arroyos que instantáneamente sienten las lenguas de los animales más desesperados, y las manos de los hombres, de las generaciones.
La confluencia de acontecimientos milagrosos conmueve al mundo ya estable, que sigue imitando al péndulo, y acelera su marcha provocando el desliz acelerado del tiempo.
Finalmente la lluvia torrencial y perfecta deja respirar a los seres, que comparten el goce único de la vida.
Aprenden la obediencia, la lealtad del alumno al maestro, las obligaciones, los derechos.

miércoles, 18 de junio de 2008

Mi infancia que se muere


Comprendo de a poco, llego con sostenida lentitud a las más improductivas conclusiones. Claro que producen, como proceso constante e irreversible, no son más ya que fabricantes de tristezas, cantando las penas de algo más profundo que el mismo acontecimiento.
No es ya uno, ni son dos, ni tres los que se ausentan, los que deciden, o no, pero se ausentan. Mientras tanto, claro, se nos transforma el alrededor, tornándose, sin embargo, siempre en lo esperable. La propiedad cíclica.
Entonces, a mitad del camino, entre arrugas y despedidas, lo entiendo con el llanto incontenible: son mis años en una caja, es mi infancia la que se muere, en cada hombre y en cada mujer, en cada despedida.
Algún día todos ellos se habrán ido, todo mi pasado hermoso, y seré yo el último peldaño en la infancia de alguien. Ahora entiendo que, en mi último minuto, su pena será mucho más profunda que la mía. Por eso no me lloren al final, lloren entonces por aquél cuya historia se extinguirá conmigo. Por mí…lloren ahora.

viernes, 23 de mayo de 2008

La ignorancia por sobre la conciencia


Del que sale cuando llueve, del que brinda sin mirar y quita del mismo modo. Del que ostenta múltiples métodos en pos del placer horrible. Del que no busca dueños para cuchillos atrapados, del que sangra menos, del que simplemente no siente el entorno verídico. Del que opaca las nubes con vientos soleados. El pobre no entiende, no imagina.
Que feliz cumpleaños, que nona, que campo. O que divertido, que amigos, que sonrisa, que no pensar.
Creámonos en una caja negra, en otra dimensión, donde no haya ojos. Que nadie nos vea llorar deseando el estado anterior, el estado que deja vivir a la felicidad.
Entristece y decepciona el deseo de no conocer, pero la incapacidad de realizarlo es lo que hace llorar.
Prefiero a Dios por sobre mi vida, la lapidación a la letra, hacer lo mucho a contemplar lo poco, reír antes que abrir los ojos. Quiero la ignorancia antes que la conciencia, pero lloro envidioso sufriendo mi vida, amando mis letras, contemplando lo que menos se exhibe, y abriendo los ojos lo menos posible.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Barquito de papel

Barquito de papel,
sin nombre, sin patrón
y sin bandera,
navegando sin timón
donde la corriente quiera.

Aventurero audaz,
jinete de papel
cuadriculado,
que mi mano sin pasado
sentó a lomos de un canal.

Cuando el canal era un río,
cuando el estanque era el mar,
y navegar
era jugar con el viento,
era una sonrisa a tiempo,
fugándose feliz
de país en país,
entre la escuela y mi casa,
después el tiempo pasa
y te olvidas de aquel
barquito de papel.

Barquito de papel,
en qué extraño arenal
han varado
tu sonrisa y mi pasado,
vestidos de colegial.

Cuando el canal era un río,
cuando el estanque era el mar,
y navegar
era jugar con el viento,
era una sonrisa a tiempo.


Juan Manuel Serrat



lunes, 14 de abril de 2008

Rocío

No recordé por casualidad, su tiempo me habla de las cosas que extraño, de la gente que dejé atrás por no saber bajarme del caballo.
Yo estaba tan seguro que no podía dejar de mirarla, de mirar las novedades de los últimos diez años, de jugar con temor y expectativa al juego de las diferencias.
Hoy cayó rocío en el viaje, e hizo todo más bello y menos importante. Uno de esos viajes donde la culpa no es compartida, donde solo uno es capaz de derrumbar las obras de arte que inventa el tiempo en forma de coincidencia. Entonces se ama y se extraña…lloro mis juguetes perdidos…disimulo un sentimiento de curiosidad.
Las calles pasan y me acerco a mi destino irremediable, donde yo seguiré mi camino y ella el suyo, hacia un nuevo olvido. La inseguridad viste de paciencia, se torna en elaboración de planes, mientras intento demostrar falsedad en la supuesta identidad; buscando evitar el viaje al pasado, y lo hermoso del presente…maldita dependencia de la estructura…la historia del que prefiere olvidar.Hoy hubo rocío en el viaje, y la fascinación del tiempo se mezcló con el cariño, el hijo pródigo.


Un guiño favorable de la incertidumbre espacial, un paraguas gigante, una historia de amor.
Como siempre, volví, pero el sol me lastimaba impiadoso.




lunes, 31 de marzo de 2008

No resucites

Por humanidad, por simplicidad, no resucites.
Por discreción, por humildad, no resucites.
Para la historia, por mi conducta, no resucites.
Para las madres, por los poetas, morí y no resucites.

Algo se quiebra, ya pasó y no se nota. Por el olvido, no resucites.
Por los siglos de los siglos nada es divino. Por venganza, no resucites.
Del 'no' sordo hacia la duda. Por verdadero, no resucites.
La poesía es el que muere. Por el arte, morí y no resucites.

martes, 18 de marzo de 2008

Tu lugar


Déjame que te lleve

a eso que no conoces,

a eso que nadie hace aquí.


Con personas caricias,

donde no existe el odio,

donde no hay ni un rincón de oscuridad.


Donde la miel nos baña,

donde no hay distintos,

donde las flores sienten reir a los niños.


Puedes volar con tu mente

y aterrizar donde quieras,

sírvete llegar por cual camino prefieras.


Ve florecer tus jardines,

conquista tu alma entera,

déjate llevar por el milagro estela.


A este planeta oculto,

lleno de luz…ese brillo…

lograrás llegar en la balsa de un amigo.


Sólo ven a este lugar de paraíso terrenal, sólo ven aquí…mi casa es tu lugar…tu lugar.

martes, 11 de marzo de 2008

Al ver mis horas de fiebre (RIMA LXI)

Al ver mis horas de fiebre e insomnio lentas pasar, a la orilla de mi lecho, ¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano tienda próximo a expirar, buscando una mano amiga, ¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie de mis ojos el cristal, mis párpados aún abiertos, ¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene (si suena en mi funeral), una oración al oírla, ¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos oprima la tierra ya, sobre la olvidada fosa. ¿Quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin al otro día, cuando el sol vuelva a brillar, de que pasé por el mundo,¿quién se acordará?

Gustavo Adolfo Bécquer

lunes, 3 de marzo de 2008

Historia del que no podía olvidar

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.

Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela.
Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con el.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretín cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...


Colaboración involuntaria y valiosísima de Alejandro Dolina, desde su libro "Crónicas del Ángel gris".


domingo, 24 de febrero de 2008

Mi amor atardece


Mi amor atardece. Entiendo cómo llamar a todo ‘día’. La lectura de un libro atardece, más lenta o rápidamente, la cola en la caja del supermercado atardece, también la energía y la espera en el semáforo.
Y los días…deslucidos destinos para acunar al atardecer como nombre popular de aquello que anticipa al ocaso.
En verdad, los años son días, días con eclipses casi permanentes y periódicos, sin preludios perceptibles, que llamamos ‘noche’ por la comodidad escalar del tiempo.
A pesar de que la espera, la lectura, la alegría y el año atardecen, encuentro sólo en el día, injusto dueño de palabras, la forma de expresar.
Mi amor atardece, como el día.

sábado, 9 de febrero de 2008

No tengo las agallas


No tengo las agallas, tal vez ni siquiera yo crea mis motivos. Es posible que hasta mi subconsciente sea falso, cabe pensar que las sombras de mis verdades no son más que chinescas aventuras de la locura. Te amo y te odio, y te amo de nuevo. Te odio porque te amo. Te amo porque no me das felicidad constante, te odio porque no puedo escapar. Te odio por ser los últimos cuando salimos primeros, te amo porque tal vez yo nos engañé a primer turno.

Te abrazo con el ahogo de imaginar que es el último abrazo, me sobran las lágrimas. Te siento como a mi mano, parte de mi pecho y la mitad de mis sentidos, y no quiero perder todo eso. Más cruel y justa solución sería perder todos esos sentidos, átanme a un mundo donde te odio… Juro que lo deseo, juro que lo imagino, pero juro que no tengo las gallas.

Te odio, te amo y me odio. Te amo y sufro sin morir, te odio y sufro sin morir, me odio y sufro…y no tengo las agallas. Necesito perecer con el último suspiro caluroso, porque te amo en el sudor, y te odio en la templanza. Vos me amás cuando me mirás, y yo siento que me asesinás en un lujurioso regocijo.

Por un momento me creí sensible…supongamos que estoy loco, por el bien de los dos.

lunes, 21 de enero de 2008

Jalea

Y es que cubrimos todo
de un púrpura y dulce lodo
pensando que un niño cuida
y cierra nuestras heridas

Tomamos un tren extraño
lloramos y despertamos
el viento dijo si hoy duermo
mañana saldrán las flores
y al correr por nuestro sabor
vi un planeta que no tiene odio
donde el sol no quiere quemar
donde el sol no se siente solo

Yo solo vi la jalea
en el iris de nuestras almas
el sol nos muestra su calma
despertando en la montaña

Vi solo la vestimenta
del mundo que me atormenta
del fuego que ellos fabrican
el bosque lo que nos queda
y absorber todo nuestro dolor
es lo que hace esa luna estrella
donde el sol no quiere quemar
donde el sol se parece a ella
la jalea


Gracias a Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, bajo el pseudonimo de Illia Kuryaki & the Valderramas

lunes, 14 de enero de 2008

Una sola cosa

El siguiente relato es obra de mi amigo brian, a quien agradezco mucho su colaboracion. A mi en lo personal me parece excelente, y les recomiendo con sinceridad que lo lean.



Una sola cosa


Despertó esa tarde muy sudado luego de un feo sueño. Con los ojos entreabiertos, escuchó intermitentemente una conversación poco afortunada, comenzó a pensar. Con una dosis mas elevada de la desidia de siempre, se dispuso a levantarse. Le costo aún mas vestirse a la vez que pensaba en ir al baño. A esa altura los pies le pesaban bastante. Mientras estaba parado haciendo lo suyo, miró hacia arriba y se sintió envuelto en esos pensamientos recurrentes, esos que tanto lo maltrataban, que le contaban la realidad de su vida sin pelos en la lengua. Pensamientos que el mismo gestaba con su enclaustrado accionar diario y cotidiano. Luego de abrocharse los pantalones se acercó al lavamanos y se miró al espejo. En ese momento aquellos pensamientos se multiplicaron de forma asombrosa, de manera que comenzó a percibir que algo lo acechaba. El sabía que en ese pequeño habitáculo de dos por dos había algo que estaba pronto a atacarlo. Una nueva mirada al espejo disparó el arsenal que aún guardaba. En ese instante se dio cuenta que no podía moverse. Los pensamientos habían cobrado vida y lo sujetaban con fuerza de sus extremidades, impidiéndole cualquier reacción. Desesperado y haciendo un uso desmedido de su fuerza logró liberar su brazo izquierdo, “el más débil” pensó. Con lo cual este quedó atrapado nuevamente.

La situación había pasado ya por la fase en la que uno suele sorprenderse, y el muchacho se estaba comenzando a resignar a quedarse allí, inmóvil frente al espejo. Unos minutos mas tarde escuchó que desde afuera le preguntan si se encontraba bien, pues ya había demorado demasiado tiempo en el baño. El, al intentar responder, advirtió que estaba completamente paralizado, incluso su lengua ya que no podía articular palabra. Aquellos malditos infames lo sometían fuertemente. El hecho le despertó un sentimiento de ira tan terrible que decidió a reanudar la lucha por librarse nuevamente, aunque se encontraba en clara desventaja.

En el momento mas duro de la contienda, una dulce y familiar voz invadió el campo de batalla. En ese instante el tiempo pareció detenerse y el muchacho solo pudo pensar exclusivamente en una sola cosa. Luego de un momento, advirtió que podía moverse y corrió velozmente atravesando la puerta para encontrarse con el agradable refugio de dos cariñosos brazos extendidos. Una vez allí, seguro y protegido, pensó: “hoy me salvé”… ya se sentía un poco mas cansado.

martes, 8 de enero de 2008

Del amor que nos aleja


Ayer salí del trabajo temprano, y fui al café de la esquina. El calor era insoportable y no me dejaba pensar, así que decidí tomar algo y quedarme un rato. La soledad siempre me da claridad.

Ví como el cielo comenzó a nublarse rápidamente a través de la ventana. Seguramente nadie sospecha. Las expresiones heladas, la voz firme, los ojos vacíos…nadie sospecha.

Cómo me gustaría que alguien, cualquiera, ¡el mozo!...sea mas incrédulo. Deseé entonces no estar solo, no pensar. Quise que alguien me dijera qué rumbo seguir, sin consultar mi opinión. Hubiera obedecido cualquier consejo.

Un caminante me miró a los ojos a través del vidrio. Me gustó pensar que me respondía en un silencioso idioma que yo ignoraba, pero mi optimismo con los milagros es ya nulo.

La lluvia afuera era incesante. La gete corría por las veredas y se refugiaba en cualquier recoveco conveniente, exhibiendo constantes muecas, como las exhibe quien siente el frío.

No se cuántas horas estuve en el café. El pensar en pensar en meditar y decidir me perdió muy muy lejos del lugar donde estaba mi cuerpo, inmóvil. Corrí en vano buscando destinos en los caminos del concepto y la reflexión, pero no encontré más que bifurcaciones infinitas.

Entonces sucedió. Un increíble aroma inundó el sector donde me encontraba y me devolvió dulce y dolorosamente a la realidad. Noté casi instantáneamente los trozos de hielo que caían sobre Buenos Aires, como una paliza de justicia sobre la raza. “Difícil para volver”, pensé, pero ese aroma suave de almendras me recordó demasiado. Decidí pagar y salir de ahí.

El sol, el calor, la educación, la historia, la gente…estaban esperandome afuera, intocables, y volviéronme a pasar por encima cuando di el primer paso sobre la vereda. Las calles resecas y calientes por el calor incesante de la temporada se hacían sentir, tentándome a entrar nuevamente al café. Pero el olor a almendras seguía fresco en mí…tenía que besarte.

“Mesura”, pensé un tiempo después, “Mesura, como en las viejas épocas”. Pero era tarde para eso, ya estaba en plena primavera.

martes, 1 de enero de 2008

Imágenes de doble filo

El siguiente texto fue generosamente donado por un amigo, al cual le agradezco mucho la colaboración.

El texto refleja sensaciones familiares para muchos. Encontrar quizás una foto vieja, encontrar la nostalgia, la pena de una historia sin terminar, de errores sin remediar…


Imágenes de doble filo

Tan cerca y tan lejos de aquel humilde lugar, cual rincón anhelo sin tener necesidad de llegar. Extraño padecer que consigue mi mente marear, brillo sutil similar al ambar, que remueve por dentro y genera malestar. Distancia desconocida virtualmente cercana, que cercena mis alas y me pone a pensar; ideas insensatas, singular sensación, paralelas líneas de tiempo; en fin en las que no somos mas que personajes de ficción.