No me detuve. De hecho he estado interactuando conmigo mismo y anotando los resultados de mis conversaciones con una frecuencia razonable según se lo mire.
Simplemente he perdido, ya no queda en este lugar nada que me extirpe de los placeres o sufrumientos reales. En realidad, al evitar volver a mi propia casa de esta manera acabo concluyendo que este lugar ya no es mío, o yo ya no soy suyo, o algún impedimento de ese u otro estilo; los fragmentos que me formaron a mí mismo y con los que construí el espacio donde no me tocarían hoy son recuerdos y presentes contaminados por el maltrato de la derrota, la moral y el vacío.
No me quejo de haber vivido intensamente el destiempo que tocaba, de haber sido avaro los días en que el amor se me regalaba ni de haber creido hacer el amor mientras sólo me tocaba ser la satisfacción de un vicío. No me arrepiento aunque la última noche fuera la más abrazada, fuera la cercanía extrema y el placer de no poder dormir, de tener que retroceder para poder besarle la frente mientras dormía. Ella no sabe nada de esto porque su sueño es profundo.
No existe una escuela que enseñe a vivir, y sincero con mi desamparo aquí es que decido abandonar: me mudo a la calle.
Adiós.
2 comentarios:
Nunca hay que abandonar, a lo sumo se evoluciona, en busca de lo que nos hace felices.
tuve tanto miedo
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