Llevan mis fotografías tu sonrisa
la vívida calma, engañosa, de tus facciones
las marcas de la sensibilidad que al menos entonces fue nuestra.
Nuestra.
El saber volátil de la luna-noche
por atraparnos dentro o fuera
es que no lo tenemos.
Ser tuyo y mía. Las manos.
Tu acompañar no hablaría reclamos
y aunque apenas susurres
no he de regañarte
tus susurros, también, quiero.
Llevo nuestro demás,
el aroma en días de ausencia
que quizá supere
tus gestos en mis papeles.
Mas tu error es al leer
no verte entre mis letras
como pudiendo no encontrarme
en cada verso de mi rostro.
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