
Del que sale cuando llueve, del que brinda sin mirar y quita del mismo modo. Del que ostenta múltiples métodos en pos del placer horrible. Del que no busca dueños para cuchillos atrapados, del que sangra menos, del que simplemente no siente el entorno verídico. Del que opaca las nubes con vientos soleados. El pobre no entiende, no imagina.
Que feliz cumpleaños, que nona, que campo. O que divertido, que amigos, que sonrisa, que no pensar.
Creámonos en una caja negra, en otra dimensión, donde no haya ojos. Que nadie nos vea llorar deseando el estado anterior, el estado que deja vivir a la felicidad.
Entristece y decepciona el deseo de no conocer, pero la incapacidad de realizarlo es lo que hace llorar.
Prefiero a Dios por sobre mi vida, la lapidación a la letra, hacer lo mucho a contemplar lo poco, reír antes que abrir los ojos. Quiero la ignorancia antes que la conciencia, pero lloro envidioso sufriendo mi vida, amando mis letras, contemplando lo que menos se exhibe, y abriendo los ojos lo menos posible.